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El despliegue de la energía verde es demasiado lento para salvar el clima. La Agencia Internacional de la Energía alerta de que no se alcanzará la descarbonización prevista a este ritmo.

La energía verde es aquella energía limpia y, a diferencia de los combustibles fósiles, no contaminante que proviene de fuentes 100% renovables, por lo que no se perjudica al medio ambiente y es más sostenible.

Solemos confundir las energías limpias con las energías renovables, y la diferencia está en que todas las energías renovables son limpias, pero no todas las energías limpias son renovables.

¿Cuál es la diferencia entre una energía renovable y una energía limpia?

La energía renovable proviene de recursos inagotables proporcionados por la naturaleza, mientras que la energía verde es una energía que produce muy poca o ninguna contaminación. Sus emisiones son menores comparadas con otras fuentes de energía.

Situación actual de la energía verde y el cambio climático

El mundo está en constante evolución. Con todos estos cambios, ha surgido una nueva economía energética, con el incremento de los vehículos eléctricos, más producción solar y eólica, nuevas tecnologías bajas en carbono… Pero la transición hacia esas energías limpias está siendo demasiado lenta para detener el cambio climático. Con el ritmo actual de crecimiento de las energías verdes no se alcanzará el objetivo de reducir el 80% las emisiones en 2050. Tampoco será posible mantener el calentamiento global 1,5°C por encima de los niveles preindustriales.

Si quieres saber más sobre los objetivos establecidos, puedes leer el siguiente artículo:

COP26: Todo lo que debes saber

Que dicen los expertos

Esa la severa advertencia de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), que en su documento ‘World Energy Outlook 2021’ (WEO, Perspectiva Mundial de la Energía) destaca la necesidad de una “señal inequívoca de ambición y acción” de los gobiernos.

El nuevo análisis de la IEA ofrece advertencias severas sobre la dirección en la que la configuración de políticas actual está tomando el mundo. Pero también proporciona un análisis lúcido de cómo avanzar de una manera bien gestionada para limitar el calentamiento global a 1,5°C y evitar los peores efectos del cambio climático.

El ‘WEO-2021’, publicación insignia anual de la IEA, muestra que pese a que el despliegue de las energías limpias, solar y eólica, va viento en popa, el consumo mundial de carbón está creciendo con fuerza este año. Una circunstancia que empuja las emisiones de dióxido de carbono (CO2) a su segundo mayor crecimiento anual en la historia.

“El impulso de energía verde en el mundo, enormemente alentador, está chocando con la obstinada presencia de los combustibles fósiles en nuestros sistemas energéticos”, señaló Fatih Birol, director ejecutivo de la AIE.

“Los gobiernos deben resolver esto, dando una señal clara e inconfundible de que están comprometidos a adoptar rápidamente las tecnologías limpias y resilientes del futuro. Los beneficios sociales y económicos de acelerar las transiciones de energía limpia son enormes y los costos de la inacción serían inmensos”, añadió.

Dos escenarios posibles para el despliegue de la energía verde

Se están explorando dos escenarios para estudiar la posibilidad de desarrollar el sector energético mundial, con el objetivo de alcanzar las emisiones netas cero para el 2050.

1. Escenario de Políticas Declaradas

Representa un camino basado en las medidas energéticas y climáticas que los gobiernos han implementado hasta la fecha, así como en iniciativas de políticas específicas que están en desarrollo.

En este escenario, casi todo el crecimiento neto de la demanda de energía hasta 2050 se satisface con fuentes de bajas emisiones. Pero dejaría las emisiones anuales en torno a los niveles actuales. Como resultado, las temperaturas medias globales seguirían aumentando y alcanzarían los 2,6°C por encima de los niveles preindustriales en 2100.

2. Escenario de Promesas Anunciadas

Este escenario traza un camino en el que los compromisos de emisiones netas cero anunciadas por los gobiernos hasta ahora se implementan a tiempo y en su totalidad.

En este escenario, la demanda de combustibles fósiles alcanzaría su punto máximo en 2025 y las emisiones globales de CO2 caerían en un 40% para 2050. Todos los sectores experimentarían una disminución, en especial el de la electricidad. El aumento de la temperatura media mundial en 2100 se mantendría entonces en unos 2,1°C sobre los niveles preindustriales.

ejemplos de energía verde

España, Alemania y Austria rechazan considerar energía verde la energía nuclear y el gas

España, Alemania y Austria han rechazado la propuesta planteada por la Comisión Europea para declarar como «inversión verde» ciertos proyectos nucleares y de gas hasta el punto de que plantearían una denuncia si el borrador sigue adelante.

El borrador enviado plantea dar la calificación de energía verde a los proyectos que sustituyan al carbón y emitan hasta 270 gramos de CO2 por kw/h. Con esta calificación se podrían obtener licencias de construcción hasta 2030, siempre que exista un plan para cambiar a energía renovable o de bajas emisiones antes de finales de 2035.

España reiteró ayer su rechazo a la propuesta porque supondría «un paso atrás» y «una señal errónea» para los mercados financieros, según ha respondido la vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, y recoge Efe: «Independientemente de que puedan seguir acometiéndose inversiones en una u otra, consideramos que no son energías verdes ni sostenibles».

Según Ribera, España «es firme defensora de la taxonomía verde como instrumento clave para contar con referencias comunes que puedan ser usadas por inversores para lograr la descarbonización de la economía y alcanzar la neutralidad climática en 2050», pero admitir la nuclear y el gas natural como su parte «supondría un paso atrás». A su entender, «no tiene sentido y manda señales erróneas para la transición energética del conjunto de la UE».

Inversión insuficiente en energías verdes

La inversión insuficiente está contribuyendo a la incertidumbre sobre el futuro. El gasto en petróleo y gas natural se ha visto reducido por los colapsos de precios registrados en 2015 y 2020. Como resultado, todo indica que la demanda se estancará, o incluso caerá. Pero, al mismo tiempo, el gasto en transiciones de energía verde está “muy por debajo de lo que se requeriría para satisfacer las necesidades futuras de manera sostenible”.

“Existe un riesgo inminente de más turbulencias en los mercados energéticos mundiales», alertó Birol. “No estamos invirtiendo lo suficiente para satisfacer las necesidades energéticas futuras y las incertidumbres están anunciando un período volátil en el futuro. La forma de abordar este desajuste es clara: un gran impulso en la inversión en energía limpia, en todas las tecnologías y todos los mercados. Pero esto debe suceder rápidamente”, indicó el director ejecutivo de la AIE.

El informe subraya que la inversión adicional necesaria para llegar al cero neto en 2050 es menos onerosa de lo que parece. Más del 40% de las reducciones de emisiones requeridas provendrían de medidas que se amortizan solas, como mejorar la eficiencia, limitar las fugas de gas o instalar energía eólica o solar en lugares donde ahora ya son las tecnologías de generación de electricidad más competitivas.

Además, las inversiones en energías limpias y renovables también crean enormes oportunidades económicas. Muy rentables. “La búsqueda exitosa del cero neto crearía un mercado para turbinas eólicas, paneles solares, baterías de iones de litio, electrolizadores y celdas de combustible de más de un billón de dólares al año para 2050, comparable en tamaño al mercado actual del petróleo”, destaca la Agencia.

El escenario de promesas anunciadas revela que la energía limpia y los sectores relacionados emplearían a 13 millones de trabajadores para 2030, mientras que ese número se duplica en el escenario de cero emisiones netas para 2050.

Una última afirmación de la AIE: “Las transiciones a energías limpias pueden ofrecer cierto refugio a los consumidores frente a las crisis de los precios del petróleo y el gas”.

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