Capturar el CO2: claves para reutilizarlo en la industria
Capturar el CO2 el problema del 2021. La producción de acero, y en general el procesado de metales, es una de esas industrias difícilmente descarbonizables. Se los conoce como sectores industriales “adictos al carbono” y abarcan, fundamentalmente, aquellas industrias que fabrican cemento, caliza o cerámica y la producción de metales como el acero y el hierro; y el sector químico que generan un alto impacto medioambiental con su huella de carbono.
Qué es la huella de carbono
La huella de carbono de una organización es la totalidad de gases de efecto invernadero emitidos por efecto directo o indirecto a través de la actividad que desarrolla dicha organización.
El cálculo de la huella de carbono
El cálculo de la huella de carbono de una organización se constituye como una herramienta con una doble finalidad: reducir los costes que implica el consumo de energía para iluminación, climatización, calefacción y transporte y, por otro lado, contribuir a la reducción de las emisiones de GEI y a una mayor concienciación medioambiental.
Cómo reducir la huella de carbono
La huella de carbono es un concepto que nos ayuda a entender el impacto ambiental de una organización, pero que también dibuja una imagen diferente de su estructura de costes y de la eficiencia de sus procesos. Por eso, medir y reducir la huella de carbono tiene muchos efectos positivos potenciales en la empresa.
- Contribución a la lucha contra el cambio climático al controlar y reducir las emisiones GEI.
- Mejorar la imagen ambiental de la empresa ante clientes, Administración pública y la sociedad en general.
- Ahorro de costes energéticos por mejora de la eficiencia energética.
- Acceso a nuevos mercados y oportunidades de negocio.
- Es un proceso sencillo con asequibles costes de cálculo y registro para PYMES.
Por qué el CO2 es un contaminante
El CO2 o dióxido de carbono es un gas incoloro e inodoro cuyo origen puede estar tanto en fuentes naturales como en la propia actividad humana.
El dióxido de carbono es uno de los gases más contaminantes a nivel medioambiental que existen. Actualmente, una gran parte de las actividades humanas emiten elevadas cantidades de dióxido de carbono y con el cada vez mayor desarrollo económico y social, está cifra irá en aumento. Por eso, es necesario tomar medidas globales para luchar contra estas emisiones.
Si la emisión de CO2 no se ve compensada adecuadamente por su fijación, aumenta su concentración en la atmósfera y contribuye al calentamiento del planeta, ya que al no dejar disiparse la radiación infrarroja provoca el ‘efecto invernadero’, pues es el segundo gas atmosférico, tras el vapor de agua, que contribuye a dicho fenómeno.
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Cómo capturar el CO2 en la industria
Un equipo de investigadores del CSIC en el Instituto de Ciencia y Tecnología del Carbono (INCAR) trabaja en un ambicioso proyecto europeo que tiene como objetivo reducir las emisiones de efecto invernadero de uno de los sectores industriales más contaminantes, el del hierro y el acero.
La producción de acero, y en general el procesado de metales, es una de esas industrias difícilmente descarbonizables. Se los conoce como sectores industriales
Los sectores comentados anteriormente necesitan emitir CO2 para existir, o que necesitan carbono para obtener sus productos químicos, que luego se descomponen y generan CO2, como los fertilizantes o los polímeros. Las emisiones asociadas a procesos industriales representan el 20% de las emisiones actuales.
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Para paliar estas emisiones de la industria denominadas “difícilmente evitables”, los investigadores trabajan en las tecnologías de captura y almacenamiento del carbono, y captura y utilización del carbono.
Estos procesos consisten en capturar el CO2 de la fuente del gas de combustión en los procesos industriales, o bien de la atmósfera, para purificarlo. Luego o bien se almacena permanentemente bajo tierra, para evitar su emisión a la atmósfera, o se reutiliza en diferentes procesos químicos, principalmente la producción de combustible.
Tratamiento del CO2 se hace de forma cíclica en tres etapas
En su primera etapa se alimenta el gas objetivo (que contiene CO y CO2), junto con vapor de agua, a un reactor que contiene sólidos con óxido de calcio y cobre. De ahí sale un gas rico en H2 (dihidrógeno, o hidrógeno molecular) porque el CO2 (el que había en el gas original y el formado al reaccionar el monóxido de carbono con el vapor de agua) ha sido capturado como carbonato de calcio sólido.
En una segunda etapa se oxida el cobre a óxido de cobre con aire a alta presión para evitar la descomposición del carbonato de calcio.
En la tercera y última etapa de cada ciclo, se alimenta un gas combustible al lecho para descomponer carbonato de calcio en CO2 puro y óxido de calcio con el calor que se desprende al reducir el óxido de cobre a cobre con el gas combustible. De esta última etapa solo sale idealmente CO2 y vapor de agua, con lo que es fácil ya obtener una corriente pura de CO2 para uso o almacenamiento permanente.
Las tecnologías de captura y utilización de carbono pueden desempeñar un papel importante a la hora de facilitar la transición a formas renovables de energía a la vez que fabrican productos útiles como combustibles o productos químicos.
Almacenar CO2 en el subsuelo
La captura de estas emisiones de CO2 también se puede realizar con el objetivo de almacenarlas en el subsuelo. Cuando se capturar el CO2, antes de que sea emitido a la atmósfera, para lo que existen diferentes técnicas, y posteriormente inyectarlo en formaciones geológicas profundas para su almacenamiento permanente.
Este proceso, sin embargo, conlleva la posibilidad de que se produzcan fugas, ya que tal y como se realiza en la actualidad, en rocas porosas y permeables situadas entre 1 y 3 km de profundidad, el CO2 es menos denso que el agua y, por tanto, flota. Para impedir que el CO2 vuelva a la atmósfera, el almacenamiento debe estar ubicado debajo de una roca muy poco permeable, como las pizarras o los esquistos. Aun así, existe riesgo de fuga a través de pozos mal sellados o de fracturas y fallas permeables. Este es uno los principales obstáculos que plantea la estrategia de almacenamiento de CO2.