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Durante el mes de noviembre de este año, se celebró en Egipto la COP 27. Esta cumbre estuvo marcada por la ausencia de algunos de los países más contaminantes del planeta. Rusia y China, por razones diplomáticas y geopolíticas, se mantuvieron aisladas de la toma de decisiones. Pero ¿qué decisiones se han tomado? ¿Qué otros motivos explican que fuera una decepción (más)?

Qué objetivos tenía la COP 27

Como es habitual, esta Cumbre del Clima de Naciones Unidas pretendía contener la subida en la temperatura media global. Para el año 2030, se espera que el incremento sea inferior a 1,5 °C. Para ello, se planteaba reducir las emisiones de CO2, en línea con las intenciones de la UE de alcanzar una huella de carbono neutra para 2050.

Relacionado con este último, se buscó una mayor participación de la humanidad en la emergencia climática. Hasta ahora, los actores más involucrados son la Unión Europea y las Naciones Unidas. Desde Estados Unidos, la crisis energética ha hecho minimizar las ambiciones, mientras que China y Rusia se han desligado en cierto modo.

Durante la COP 26, se consiguió implantar un acuerdo global para trazar una agenda de lucha contra el cambio climático. En consecuencia, se trató de aprovechar la edición de este año para avanzar en su elaboración. Todo ello, en el marco de una estrategia de adaptación que defendía la integración de todos los países.

Por otro lado, el foco también estaba puesto sobre los países en vías de desarrollo. Las naciones son conscientes de que ciertas regiones del planeta, como África subsahariana o el sur de Asia poseen mayores dificultades para ello. Con este trasfondo, se marcó el objetivo de revisar la entrega de 100 000 millones de dólares al año hasta 2025.

Poner en marcha medidas que, desde cada sector, contribuyeran a minimizar la contaminación global fue otro de los objetivos. Para ello, se debatió acerca de la idoneidad de activarlas en un plazo máximo de uno o dos años. Incluso se defendió mantener acuerdos internacionales para que todas las naciones pudieran lograrlo.

Los participantes fueron conscientes de que hay consecuencias del calentamiento global que ya no se pueden detener. Por tal motivo, se puso sobre la mesa la posibilidad de crear un fondo de compensación. Mediante esta vía de financiación, los países más afectados podrán reparar los daños de los fenómenos meteorológicos extremos, cada vez más probables.

Resultados de la cumbre COP 27

La sensación de los representantes internacionales era que, si bien se logró avanzar, estamos lejos de la postura que deberíamos mantener. Las palabras de la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, fueron claras en alusión al descontento reinante. Llegó a afirmar que «nos quedamos como estábamos en mitigación al principio, con muy poquito más encima de la mesa».

Desde luego, no se logró el cambio que reflejó la cumbre de Bali, en 2007. Numerosos autores coinciden en que esta fecha marcó un punto de inflexión y animó a los países más contaminantes a mostrar un mayor esfuerzo. La principal razón, como avanzábamos antes, fue la falta de participación, incluso a pesar de la inusual presencia de Brasil, representada por Bolsonaro.

Si hubiera que destacar una contribución positiva de esta edición, fue el acercamiento entre Estados Unidos y China. Los dos países con mayores emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera mantuvieron ciertas reuniones. Sin embargo, se trató de contactos extraoficiales, pero han sido identificados como un principio para descongelar las relaciones.

La práctica del greenwashing fue otro de los puntos que se trataron eficazmente en la agenda. Se pactó combatir a las compañías que tratan de camuflar sus técnicas contaminantes. Para ello, se ampliarán los métodos de toma de información e inspección para comprobar que sus datos son realmente precisos.

Otra de las noticias positivas de la cumbre COP 27 fue el impulso a la iniciativa JET-P – Just Energy Transition Partnership. Gracias a esta dinámica, Indonesia recibirá 20 000 millones de dólares para la transición hacia una economía descarbonizada. Como respuesta a su compromiso con las energías renovables, Senegal y Vietnam podrían recibir una financiación similar.

La otra cara de la moneda la muestra el avance respecto a la naturaleza. Los líderes mundiales acordaron volver a reunirse en Canadá, en el marco de la COP 15 del Convenio sobre la Biodiversidad. Según numerosos expertos, esta fue una manera de postergar algunas de las medidas clave y que, por tanto, resultan más urgentes.

Otro de los motivos que justifican la decepción que supuso esta cumbre fue la inestabilidad política mundial. Por un lado, los foros multilaterales atraviesan una época de polarización desde la invasión de Ucrania. Sin embargo, la elección de Lula da Silva como presidente de Brasil, un defensor del Amazonas, ha sido acogida con optimismo.

Por último, hubo una mención durante las reuniones que resultó clave para definir el futuro próximo. Se estima que, hasta el final de 2022, ha habido más de 2000 demandas oficiales contra organismos y empresas por incumplir los acuerdos climáticos. La Conferencia del Clima otorgó cierto reconocimiento a este tipo de iniciativas al exponer que los pactos alcanzados son una obligación.

En definitiva, la COP 27 no ha conseguido reeditar el formato de la Cumbre del Clima de París. Habrá que esperar hasta el año próximo para comprobar si el esfuerzo de las superpotencias vuelve a hacerse patente. Mientras tanto, solo queda apostar por el reciclaje, como hacemos en ASC Recycling con una planta propia.

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