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Ahora que comenzamos a familiarizarnos con la huella de carbono y sabemos cuáles son las maneras de reducirla llega un nuevo concepto: la huella digital ambiental. En un mundo donde las nuevas tecnologías son fundamentales en nuestros trabajos, vida personal, comunicación e información, esta huella no podía tardar en crecer y hacerse patente. ¿En qué consiste? ¿Es perjudicial?

Qué es la huella digital ambiental

Primero, recordemos lo que es la huella de carbono, pues la huella digital ambiental está estrechamente ligada con su concepto. La huella de carbono es «la totalidad de gases de efecto invernadero emitidos por efecto directo o indirecto por un individuo, organización, evento o producto». Se puede calcular para una empresa, un producto, etc. siempre teniendo en cuenta los gases de invernadero que se han emitido solo para la actividad en cuestión. Se llama así, porque el principal contaminante actual es el dióxido de carbono. Pero no es el único.

Así nació el concepto de «huella ambiental», que incluye más que los vertidos de dióxido de carbono a la atmósfera. Por ejemplo, tiene en cuenta la huella hídrica, la huella de recursos, la huella de residuos y la huella de biodiversidad, entre otros.

Como hay muchas actividades y productos que indirectamente generan una huella de carbono. Como hemos visto, es posible centrarse en uno de ellos, y así surge la huella digital ambiental.

Es decir, la huella digital ambiental sería «la totalidad de gases de efecto invernadero emitidos por efecto directo o indirecto por el uso de las tecnologías.». Y no son pocas, se estima que el 2 % de los gases contaminantes proviene de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC). Y es que son miles los servidores en todo el mundo que tienen que hacerse cargo de procesar y mantener las redes informáticas. Pero ¿Cuáles son exactamente las actividades que producen esta huella?

huella digital ambiental

Cómo se genera la huella digital ambiental

Según qué herramienta tecnológica utilicemos, estaremos causando un impacto medioambiental mayor o menor. Lo que más contamina a la huella digital ambiental es:

  • La compra o la venta online: no solo suele tener un impacto ético y económico negativo, especialmente cuando se realiza con grandes vendedores en Internet. El motivo por el que resulta tan perjudicial para el medio ambiente es el embalaje y la ineficiencia en el transporte. Pensamos que contaminamos menos al no coger el coche para ir a comprar el producto a un comercio (que estaría más cercano), pero en realidad no es así. Supone devoluciones, entregas fallidas, etc. Además, este medio de compra influye en la congestión urbana y la salud de los compradores.
  • E-mails: el volumen de correos electrónicos que se envía cada día es 15 veces mayor al correo ordinario antes de Internet. Es cierto que cada e-mail necesita el 2 % de energía de uno convencional, pero son tantos los que se envían hoy en día que el impacto es notable. ¿Cuántos terminan todos los días en la bandeja de spam? ¿O son listas de correo a las cuales nunca prestamos atención? Hay que pensar en el gasto energético inútil que esto supone.
  • Escuchar música online o en streaming: es cierto que los discos de vinilo y los CD producían 60.000 toneladas de plástico y 150.000 toneladas de CO2 al año, ambos aproximadamente las mismas cifras. La música que escuchamos por Internet solo supone 8.000 toneladas, pero las emisiones de gases de efecto invernadero llegan a 350.000 toneladas.

Impacto de la huella digital ambiental

El hecho de reconocer que los centros de datos son los causantes de este gran gasto energético ha llevado ya a tomar medidas.

Por eso, Islandia es actualmente el país donde se establecen las enormes granjas de servidores. Gracias a su clima frío y su energía geotérmica, muchas empresas ya han establecido allí sus centros de datos. Además, esto ha supuesto un impacto muy positivo en la economía islandesa.

Por otra parte, la gran velocidad y eficiencia del 5G, también ha supuesto una reducción del 15 % de este gasto energético.

Sin embargo, todos estas medidas no sirven de nada si no hacemos un uso responsable de las nuevas tecnologías.

Formas de reducir la huella digital ambiental

Hay muchos aspectos que tanto nosotros como la sociedad debería cambiar. Por ejemplo:

  • La obsolescencia programada: hasta ahora no hemos hablado del impacto que supone renovar constantemente nuestros dispositivos electrónicos (ordenadores, móviles, tablets…) pero es considerable. José Bellver, investigador y activista de Fuhem Ecosocial, apunta a que es necesaria una «legislación que penalice este tipo de prácticas abusivas». También señala que se deberían llevar a cabo fabricaciones modulares, de modo que, si un componente falla, solo tenemos que sustituir este. Además, también los consumidores han de ser responsables y solo comprar los dispositivos que sean necesarios.
  • Evitar los emails inútiles: muchas veces son fruto de dejar nuestros datos en otras páginas o de apuntarse a una Newsletter. Por suerte, es posible darse de baja de estos servicios, y es lo que deberíamos hacer.
  • Compras de proximidad: como hemos visto, normalmente es más sostenible que las compras online.
  • Cambiar nuestros hábitos consumistas: desde comprar solo los productos que necesitemos hasta apuntarnos a las listas de correos electrónicos que verdaderamente nos interesen.

Parecía que todos estos aspectos no tenían importancia para el medio ambiente, pero vemos que no es así. Por eso, esperamos que esta información sirva de ayuda para reducir la huella digital ambiental y tener un modo de vida y negocios más sostenible.

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